Giovanni Moreno llegó a Racing luego de una larga negociación que le costó al club casi tres millones de dólares. Arribó con el título de crack, de salvador de un equipo necesitado y ajustado con el promedio. Zurdo y altísimo (1,93m), el enganche de 23 años suma 66 goles en su carrera (jugó en Envigado y Nacional) y es el “10” de su selección. Sin embargo, se sabe que no es fácil jugar en Racing, y al colombiano le costó transformar los murmullos en aplausos.
Sus pinceladas de talento comenzaron a verse en la Bombonera frente a Boca (su primer partido), cuando el equipo de Miguel Ángel Russo logró su segundo triunfo consecutivo y se ilusionaba con pelear entre los primeros puestos del campeonato. Luego vino “la tormenta” y las cuatro caídas en forma consecutiva que impacientaron a hinchas y dirigentes que criticaron a los jugadores. Varios pedían la cabeza del enganche. Entre ellos Pablo Podestá, vicepresidente del club, quien hasta afirmó que habían comprado figuras que no estaban rindiendo como ellos esperaban, en referencia a Gio Moreno. La respuesta del colombiano no se hizo esperar: “porqué no habló cuando le ganamos a Boca” expresó. Sin embargo su mejor respuesta no fue esa. El sábado en el encuentro en el que Racing volvió al triunfo tras ganarle por 4-0 a Lanús, el colombiano aportó la calma que el equipo necesitaba y empezó a justificar los casi 3 millones de dólares que Racing desembolsó como él sabe. Un penal que transformó gol, una asistencia fantástica y una gran jugada individual de la cual Hauche aprovechó el rebote para marcar el cuarto tanto, hicieron que Giovanni Moreno fuera la figura del partido y logre su mejor desempeño desde que llegó al club.
Que el colombiano cuenta con una calidad y una técnica exquisita, es indiscutible. Ya con solo verlo trasladar la pelota y hacer un pase, se nota que es un jugador distinto. Ahora, ¿cuál era el motivo entonces por el cual no lograba plasmarlo en la cancha? Hay dos respuestas para esto: esquema y equilibrio.
Moreno, no encontraba su posición en la cancha, se lo notaba incómodo. No sabía si tirarse atrás para armar juego y asociarse con Toranzo o jugar de delantero acompañando a Bieler en el ataque. A todo esto, a su vez, la adaptación a un fútbol distinto a todos, donde se corre más, hay menos tiempo para pensar y donde las tribunas juegan su partido también. Todo esto forma parte del esquema, de acostumbrarse al estilo de juego que pretendía Russo, por cierto, no muy claro. Contra Boca, Giovanni se movió como enganche detrás de Luguercio y Bieler, contra San Lorenzo y Olimpo, en cambio, Luguercio se ubicó el sector derecho del mediocampo y Gio compartió la dupla de ataque con Bieler. Recién en este último partido se lo pudo ver cómodo al jugador de Racing, desempeñándose como mediapunta, tomando la pelota cerca del área grande, donde su zancada y sus habilitaciones lastiman. Conclusión: encontró el escenario propicio para mostrar su magia, para divertirse, para pisarla y volver loco a los defensores de Lanús que no supieron como pararlo.
Y acá pasamos al segundo tema: el equilibrio, lo que necesita todo profesional en cualquier disciplina en la que se desarrolle. Encontrar el equilibrio en sus condiciones. No abusar de su habilidad, ni tampoco desaprovecharla. En el partido ante Lanús, Giovanni se dio cuenta que debía jugar más simple. Cambió el chip. Entendió que un buen pase de primera era más efectivo que un caño o una pisadita en la mitad de cancha. Dejó atrás ese “jogo bonito” que lo caracterizaba, vistoso pero inocente. Comprendió la dinámica de un fútbol más rápido y exigente que el colombiano y en este último encuentro demostró que sabe donde moverse y como lastimar al rival.
Moreno hizo un partido bárbaro frente a Lanús. Se movió muy bien por todo el frente de ataque y buscó siempre los espacios para recibir cómodo. Hizo jugar al equipo, se asoció con Toranzo por el medio, con Fernández por la izquierda y con Lluy por la derecha. Fue el eje del equipo, el encargado de elaborar las jugadas ofensivas y generar las situaciones de riesgo. A su vez cabe destacar que se vio beneficiado con las dos expulsiones del “granate”, que desorientados en la cancha no sabían como marcarlo. Sin embargo debe resaltarse también la paciencia del colombiano para bancarse las duras infracciones de los rivales y seguir jugando de la misma manera, como él mismo alguna vez declaró: “cuanto más me pegan, más la pido”. Así coronó una noche soñada. Su mejor partido desde que llegó al país. Se ganó el aplauso de todos. Le sacó brillo a la sonrisa de Russo y le dejó la esperanza al hincha racinguista que con él, el equipo desplegará buen fútbol y les dará muchas satisfacciones. ¿Se asoma un nuevo ídolo?
Sus pinceladas de talento comenzaron a verse en la Bombonera frente a Boca (su primer partido), cuando el equipo de Miguel Ángel Russo logró su segundo triunfo consecutivo y se ilusionaba con pelear entre los primeros puestos del campeonato. Luego vino “la tormenta” y las cuatro caídas en forma consecutiva que impacientaron a hinchas y dirigentes que criticaron a los jugadores. Varios pedían la cabeza del enganche. Entre ellos Pablo Podestá, vicepresidente del club, quien hasta afirmó que habían comprado figuras que no estaban rindiendo como ellos esperaban, en referencia a Gio Moreno. La respuesta del colombiano no se hizo esperar: “porqué no habló cuando le ganamos a Boca” expresó. Sin embargo su mejor respuesta no fue esa. El sábado en el encuentro en el que Racing volvió al triunfo tras ganarle por 4-0 a Lanús, el colombiano aportó la calma que el equipo necesitaba y empezó a justificar los casi 3 millones de dólares que Racing desembolsó como él sabe. Un penal que transformó gol, una asistencia fantástica y una gran jugada individual de la cual Hauche aprovechó el rebote para marcar el cuarto tanto, hicieron que Giovanni Moreno fuera la figura del partido y logre su mejor desempeño desde que llegó al club.
Que el colombiano cuenta con una calidad y una técnica exquisita, es indiscutible. Ya con solo verlo trasladar la pelota y hacer un pase, se nota que es un jugador distinto. Ahora, ¿cuál era el motivo entonces por el cual no lograba plasmarlo en la cancha? Hay dos respuestas para esto: esquema y equilibrio.
Moreno, no encontraba su posición en la cancha, se lo notaba incómodo. No sabía si tirarse atrás para armar juego y asociarse con Toranzo o jugar de delantero acompañando a Bieler en el ataque. A todo esto, a su vez, la adaptación a un fútbol distinto a todos, donde se corre más, hay menos tiempo para pensar y donde las tribunas juegan su partido también. Todo esto forma parte del esquema, de acostumbrarse al estilo de juego que pretendía Russo, por cierto, no muy claro. Contra Boca, Giovanni se movió como enganche detrás de Luguercio y Bieler, contra San Lorenzo y Olimpo, en cambio, Luguercio se ubicó el sector derecho del mediocampo y Gio compartió la dupla de ataque con Bieler. Recién en este último partido se lo pudo ver cómodo al jugador de Racing, desempeñándose como mediapunta, tomando la pelota cerca del área grande, donde su zancada y sus habilitaciones lastiman. Conclusión: encontró el escenario propicio para mostrar su magia, para divertirse, para pisarla y volver loco a los defensores de Lanús que no supieron como pararlo.
Y acá pasamos al segundo tema: el equilibrio, lo que necesita todo profesional en cualquier disciplina en la que se desarrolle. Encontrar el equilibrio en sus condiciones. No abusar de su habilidad, ni tampoco desaprovecharla. En el partido ante Lanús, Giovanni se dio cuenta que debía jugar más simple. Cambió el chip. Entendió que un buen pase de primera era más efectivo que un caño o una pisadita en la mitad de cancha. Dejó atrás ese “jogo bonito” que lo caracterizaba, vistoso pero inocente. Comprendió la dinámica de un fútbol más rápido y exigente que el colombiano y en este último encuentro demostró que sabe donde moverse y como lastimar al rival.
Moreno hizo un partido bárbaro frente a Lanús. Se movió muy bien por todo el frente de ataque y buscó siempre los espacios para recibir cómodo. Hizo jugar al equipo, se asoció con Toranzo por el medio, con Fernández por la izquierda y con Lluy por la derecha. Fue el eje del equipo, el encargado de elaborar las jugadas ofensivas y generar las situaciones de riesgo. A su vez cabe destacar que se vio beneficiado con las dos expulsiones del “granate”, que desorientados en la cancha no sabían como marcarlo. Sin embargo debe resaltarse también la paciencia del colombiano para bancarse las duras infracciones de los rivales y seguir jugando de la misma manera, como él mismo alguna vez declaró: “cuanto más me pegan, más la pido”. Así coronó una noche soñada. Su mejor partido desde que llegó al país. Se ganó el aplauso de todos. Le sacó brillo a la sonrisa de Russo y le dejó la esperanza al hincha racinguista que con él, el equipo desplegará buen fútbol y les dará muchas satisfacciones. ¿Se asoma un nuevo ídolo?
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